La atleta valenciana persigue también las plusmarcas de longitud y 60 metros vallas
Eva Gadea (CA Silla) batió el pasado fin de semana el récord del mundo en categoría master W50 de triple salto con una marca de 10,95. La atleta valenciana mejoró en dieciséis centímetros la anterior plusmarca, que estaba en poder de la ucraniana Valentyna Krepkina (10,79) desde 2017. Además, elevó el récord nacional 33 centímetros, ya que el anterior, de 2009, era de Rosa Escribano con 10,62. Ese mismo día, el sábado, igualó también el récord de España de longitud de Loles Vives con 5,57.
La flamante plusmarquista mundial, que cumplió 50 años en septiembre, estrena de esta forma su nueva categoría después de apropiarse de todos los récords de España de W45 en longitud y triple salto, tanto al aire libre como en pista cubierta.
Gadea, que en su época en categoría absoluta llegó a ser subcampeona de España de triple salto, en los tiempos en los que Conchi Paredes era la reina de esta especialidad que acababa de empezar entre las mujeres, dejó el atletismo muy pronto, con 25 años. “En aquella época estaba un poco harta de la vida de atleta, de estar siempre entrenando y viajando, y tenía ganas de formar una familia y de llevar otra vida. Y también porque ya intuía que había rivales que recurrían al dopaje y competías de manera desigual”, recuerda.
La ya exatleta acababa de terminar IVEF, empezó a trabajar como maestra y tuvo tres hijos: Juan, Ramón y Víctor. Cuando nació el tercero, se separó. “Así que me dediqué durante años a trabajar y a criar yo sola a tres niños. Después de 18 años haciendo atletismo, me tiré otros 18 lejos de las pistas”.
En aquella época no estaba tan extendido como ahora competir en lo que entonces se conocía como la categoría de veteranos y ya empezaba a tener problemas para mejorar sus marcas. Dejó el grupo de Rafa Blanquer, el entrenador con el que había logrado sus mejores registros, y se marchó a Ávila con la idea de mejorar al lado de Conchi Paredes -18 títulos de campeona de España y en ese momento plusmarquista nacional- y su técnico, Santiago Moreno. Pero la valenciana no terminó de adaptarse al duro invierno de Ávila y acabó perdiendo la motivación.
Después de muchos años retirada, un buen día, en 2015, le llamó José Luis Morant, un excompañero del Valencia CA. “Me contó que quería hacer en Catarroja el primer equipo master de la Comunitat Valenciana. Yo tenía ya 42 años y no tenía el menor interés en volver. Pero insistió mucho. Me llevó la hoja para inscribirme al colegio y me llamaba cada dos por tres para animarme a dar el paso. El último día del plazo me volvió a preguntar y ahí le dije que sí”, explica.
Los hijos de Gadea tenían 10, 7 y 4 años, así que entre cuidar de ellos y su empleo en el colegio Jesús y María de Valencia no tenía mucho tiempo. Por eso dijo que bien, pero que solo iba a competir, que no iba a entrenar ni un solo día. De absoluta había llegado a saltar 5,61 en longitud y 12,53 en triple salto, así que se veía capaz de estar en 4,70 o 4,80 y con eso era más que valiosa para el equipo.
Aún así, pese a no entrenar y estar algo tocada, acudió en verano al Mundial de Lyon y logró el séptimo puesto en triple. Al año siguiente, en 2016, empezó a entrenar un par de días a la semana, y así ya logró una medalla de bronce en un Europeo en pista cubierta. Y, al fin, se convirtió en la mejor de España de su categoría.
El año posterior se lo pasó prácticamente en blanco. Llevaba una vida demasiado estresante y el cuerpo lo acusó. “Pillé una anemia de caballo. Llegué a tener seis de hemoglobina y eso era muy peligroso, así que decidí parar”. Pero un año más tarde, en 2018, regresó con fuerza. El Campeonato de Europa se iba a celebrar en España, en Madrid, y se preparó a conciencia. Eva Gadea no falló y se fue de esta competición con una medalla de plata en triple salto y una de bronce en longitud.
Su mejor año aún estaba por llegar. Antes de la pandemia, en 2019, acudió al Mundial de Torun (Polonia) y logró la tercera posición en longitud y la segunda en triple salto después de batir un récord de España de Loles Vives -la primera mujer en España que bajó de los 12 segundos y una ilustre de la categoría master- que tenía 18 años. “A Loles Vives y a Rosa Escribano voy por detrás quitándoles los récords”, presume.
Después llegó la pandemia, pero en cuanto se pudo volver a competir inició una especie de contrarreloj para batir todos los récords que le quedaban pendientes antes de acabar en la categoría W45. El de triple salto (11,29) lo logró nada más volver de Polonia. Y el de longitud lo persiguió por toda España. Se fue a competir a Sevilla, a Antequera y tres veces a Gallur, en Madrid, donde logró 5,57. Lo mismo ocurrió al aire libre y también lo volvió a conseguir: elevó el de triple hasta 11,86 y el de longitud, que se le resistía y le llevó incluso a competir en Canarias, un día descubrió que, en realidad, ya lo tenía, pues valía el 5,57 de pista cubierta.
Ahora sabe que tiene tiempo para elevar mucho los récords de W50. Pero algunos ya están a tiro y llega incluso a impacientarse. Un compañero, David, le buscó todos las plusmarcas -nacionales, europeas y mundiales-, le hizo un cuadro con esos topes en longitud, triple salto y 60 y 80 metros vallas, y se lo entregó para que los tuviera presentes. El primero lo tenía tan claro que fueron a verle al Palau Luis Puig sus padres y sus tres hijos. El pequeño, Víctor, le vaciló. “Mamá, si no bates el récord, me compras las zapatillas que yo quiera”. La madre aceptó la apuesta y ganó. El niño se ha quedado sin ‘zapas’ nuevas.
Ella, de hecho, está convencida de que llevará el récord del mundo por encima de los 11 metros. “Yo me veo capaz, incluso, de estar cerca de los doce metros”. Ya sea el próximo fin de semana, en Valencia, en el Campeonato de España por clubes, donde también atacará el récord nacional de 60 m vallas -lo tiene María Jesús Sanguos con 9,75 desde hace quince años- o a final de mes, en Ourense, en el Campeonato de España Master.
La atleta del CA Silla, que compite también por el Catarroja al ser filial, está disfrutando de su regreso al atletismo. Primero como autodidacta – “soy entrenadora de atletismo y recuerdo cómo me preparaba Rafa Blanquer”, advierte-, aunque al principio se juntó con Concha Montaner, con quien entabló una bonita amistad. “Fue un privilegio entrenar a su lado”, admite. Y después, a partir de 2018, con la ayuda de Yolanda Belda, una antigua compañera y amiga. Ahora, por cuestiones de horario -entrena de martes a domingo a mediodía-, se prepara una sola hora con Vicente Villar.
No se marca una fecha de caducidad. Mientras se encuentre bien, seguirá compitiendo y luchando por las plusmarcas. Eva Gadea asegura que tiene una gran calidad muscular y que eso le ayuda. “Yo, cuando salto, me creo que tengo 20 años”, asegura. Ambición, más que faltarle, le sobra y no para de hablar de los récords que tiene a tiro y de los grandes campeonatos internacionales de los que espera volver con una medalla: en febrero, en Portugal, el Europeo en pista cubierta, y en verano, en Finlandia, el Mundial al aire libre.